Por: Gerardo Rodríguez Fernández
Lo más importante —lo que llamamos en buen cubano “el pollo del arroz con pollo”— siempre será la calidad del producto o la excelencia del servicio. Eso está claro, o debería estarlo, para cualquier emprendedor: lo mismo para un chino que vende fritas en Nueva York que el habanero que gestiona su restaurante en medio de las restricciones impuestas por la COVID-19.
Sin embargo, una vez establecida la calidad de un negocio, ¿cómo conseguir el tan anhelado vínculo con el cliente? ¿Cómo lograr que identifique “ese” bar de tapas, “ese” gimnasio, específicamente “ese” en el maremágnum de opciones similares? He ahí la importancia de la marca, o sea, el conjunto de atributos tangibles e intangibles que configuran la percepción del producto, servicio o empresa en la mente del consumidor. El espíritu del emprendimiento, pudiera decirse.
Para que el cliente conecte con la marca necesita sentirse identificado, por lo cual resulta una tarea insoslayable diseñar una identidad corporativa que refleje la cultura profesional y los valores del negocio en cada uno de sus elementos distintivos: nombre, identificador visual, papelería, manual de identidad… Desde Gerbet trabajamos diariamente para personalizar todos estos servicios, en el entorno cubano, signado por un panorama comercial y empresarial que durante décadas no potenció la diferenciación de marcas ni el diseño gráfico como vía de comunicación con los públicos. En un escenario así, demasiado homogéneo hasta hace muy poco, la apertura de pequeños y medianos negocios privados hizo crecer la competencia y, por ende, estimuló la diversidad de propuestas visuales. En la actualidad cada nuevo emprendimiento nace, por lo general, con la urgencia de diferenciarse, de dejar sentadas sus exclusividades.
Para aquilatar la importancia de la identidad corporativa bien pudiera realizarse un breve experimento: piense en un negocio que le resulte confiable, en el que su experiencia como consumidor haya sido placentera y del que se considere un cliente fidelizado. ¿No tiene acaso una marca reconocible, una visualidad que le permitiría identificarlo en medio de un concierto de ofertas similares? MarAdentro solo hay uno, como existe solo una Finca Vista Hermosa o un proyecto de jabones artesanales bajo la marca D’Brujas.
Todos los emprendimientos cubanos que pueden considerarse exitosos ahora mismo han creado una filosofía de trabajo en función de la marca, la han perfilado con esmero e intencionalidad, han descubierto por sí mismos o con la asesoría de profesionales en la materia como nuestro equipo, que el negocio no es únicamente relevante por la calidad de la oferta, sino también por la empatía lograda con el público fiel que sería capaz de escogerlo, una y otra vez, entre un millón de opciones. Nos gustaría ayudarte en este camino.
3 respuestas
Muy importante el sentido de este artículo. Es imprescindible que el cliente sienta que la relación establecida con la marca no se resume a adquirir un producto o un servicio. Esa empatía surge y se desarrolla cuando se demuestra que es importante para la marca lo que piensa y siente el cliente. Gracias Gerbet por mostrarnos el camino y acompañarnos siempre.
D’Brujas
Esencialmente es así, la marca se transforma en un activo tan importante como el producto o servicio, y llega a tomar su propio valor, tanto así que define en no pocos casos el valor por el cual están dispuesto a pagar nuestros clientes.
Esa conexión emocional a día de hoy bien gestionada se transforma en una ventaja competitiva clave en nuestros proyectos.
Gracias Gerbet por este interesante artículo…
La identidad corporativa es indispensable, sobre todo porq ella debe trasmitir el valor para cliente como algo único, lo cual recoge la marca. El cliente debe sentirse emocionalmente ligado a la marca porq ella le trasmite algo, mediante el producto o servicio de calidad, pero esa calidad en general tiene que representar un significado especial p el cliente