Por: Hector Garcia Torres
El mundo ha sido puesto a reto con la aparición y extensión del nuevo coronavirus, que nos ha hecho trabajar juntos, de una forma u otra, para vencerlo. El esfuerzo ha sido de todos, no solo del personal de salud, y abundan las muestras de solidaridad y conciencia colectiva o empresarial sobre este desafío que enfrentamos juntos.
Es que no solo el personal de salud tiene tareas. Al día de hoy muchas pequeñas y medianas empresas, restaurantes, emprendimientos y otros negocios privados aportan su trabajo, tiempo y recursos para paliar la situación: algunos adaptando el modelo de negocio para llegar a las personas en casa; otros, con las medidas necesarias para continuar el trabajo en condiciones seguras; hay quienes hacen comida gratis para repartir, no pocos cosen y donan nasobucos… los casos son muchos y nos hablan muy bien de una sociedad que desea salir pronto de este bache.
Los anteriores son ejemplos de responsabilidad social empresarial, definida como la contribución al desarrollo humano sostenible a través del compromiso hacia la sociedad en general.
¿Cuál es la responsabilidad de los emprendedores de la comunicación y tecnologías?
La mayoría de las personas no tiene tantas horas para leer la web, por tanto, quieren que se les diga veraz y rápidamente lo que necesitan saber. En respuesta, en tiempos de aislamiento social y situación epidemiológica atípica, los profesionales de la palabra tenemos el reto de generar contenidos útiles y de fácil entendimiento para todos.
La comunicación suma un bien intangible y a la vez extremadamente importante en la cruzada contra el coronavirus: crea conciencia, llama al buen obrar y aún más, informa y acompaña a los lectores. Las empresas que gestionan los perfiles de terceros en redes sociales tienen en sus manos canales de comunicación que pueden mantener orientados a la situación actual, dando tips de salud e higiene, de alimentación saludable y consejos, y todo esto de forma breve, agradable y, por qué no, divertida.
Comunicar en estas circunstancias tampoco se trata de algo simple, es necesario un momento de reflexión y analizar las fuentes utilizadas, el lenguaje y los enfoques escogidos. Llegar a las audiencias se vuelve un reto en medio de las fake news y la sobreabundancia de datos.
Desde Gerbet consideramos que una buena fórmula es planificar la comunicación en etapas: primero, de reducción del riesgo de desastre, mediante temáticas informativas; otra de ellas sería la respuesta durante la crisis, con contenidos sensibilizadores y mensajes de bien público; y posteriormente apoyar la recuperación social y emocional de la población afectada.
A pesar de que estas acciones parezcan “comunes” y sean más difíciles de notar por ser intangibles, hoy, nada como la comunicación puede aportar tanto para la comunidad y la sociedad en general. Esto se debe al protagonismo social y cultural, y a la función de guía e influencia que ejercen los comunicadores, que podemos hacer mucho bien si obramos en compromiso con la comunidad, su bienestar y desarrollo.
Al mismo tiempo, el liderazgo y la responsabilidad de una empresa, no pasan desapercibidos por sus pares ni sus clientes, y el resultado siempre será beneficioso a largo plazo pues el impacto positivo que causan estas prácticas en la sociedad se traducen en mayor competitividad, mayor productividad y una sólida imagen pública.